En arquitectura, el “efecto Guggenheim”, se refiere a cómo el prestigio de una obra arquitectónica y un diseño rompedor puede influir dramáticamente en el desarrollo de una ciudad y de sus habitantes. En el caso de Escandinavia, son muchos los casos de casas de la Ópera que han tenido un efecto similar, revitalizando zonas antiguamente deprimidas. Muchas, se han convertido en verdaderos símbolos de un destino. Estos son los casos más recientes.

La casa de Ópera de Sydney, la pionera

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Opera de Sydney

La Ópera de Sydney es uno de los edificios más icónicos del mundo. Este innovador proyecto revitalizó por completo la bahía de Sydney en 1973. Reemplazó el antiguo fuerte Macquarie, que funcionaba como viejo depósito de tranvías, transformándolo en un entorno espectacular al que todo el planeta giró sus miradas. Hoy en dia, este edificio es símbolo y orgullo de Sydney y la ciudad no sería la misma sin su presencia.

Un efecto similar está ocurriendo en la actualidad con la arquitectura aplicada al mundo del teatro, específicamente en región geográfica: Escandinavia.

Varias ciudades han emulado el modelo de la Ópera de Sydney (curiosamente diseñada por un escandinavo, el danés Eero Saarinen) y lo han aplicado de manera exitosa. Está claro que estamos ante un fenómeno de transformación social, cultural y turística a través de la música y la arquitectura. ¿Comenzamos?

Ópera Real de Copenhague, Dinamarca
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Considerado uno de los teatros más modernos del mundo, la Ópera de Copenhague se inauguró en 2005 gracias al auspicio de un multimillonario. Una donación de cerca de 500 millones de dólares, dotó a la capital danesa con un teatro a la altura de los mejores del mundo.

Ubicado en un islote en la bahía de Copenhague, frente al Palacio Amalienborg (la residencia real danesa), está dotado de la tecnología más moderna y de materiales de primera. Sin duda, es uno de los nuevos atractivos turísticos de Copenhague.

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Ópera de Oslo, Noruega

Un proyecto que se tomó en serio aquello de integrarse con el entorno, la Ópera de Oslo (2008) consiguió revitalizar una antigua zona industrial del puerto y convertirla en un polo de atracción para turistas y residentes. Un edificio cuyo tejado se integra con el espacio que le pertenece a los peatones y que brilla como un iceberg en los días soleados.

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Harpa – Reykjavik, Islandia

Los cristales hexagonales brillan de una forma especial con la tenue luz del atardecer nórdico en el premiado centro de conciertos Harpa, el flamante teatro de la capital islandesa inaugurado en 2011 y que como ya podéis imaginar, se encuentra junto a las aguas a orillas de un fiordo.

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Altamente simbólico, cada una de sus cuatro salas de conciertos representa elementos primordiales del país como los volcanes, las auroras boreales, los minerales y el agua. Es una de las más recientes atracciones de Reykjavik. ¿Cuál será la próxima?




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