Hoy de nuevo me encuentro escribiendo sobre museos, más por casualidad que por simple preferencia. Aunque reconozco que este tipo de edificios ocupan cierta predilección dentro de mis gustos, en especial cuando se trata de intervenciones que buscan solventar un problema, bien sea ampliando o reinventando una estructura existente. El caso del Museo Reina Sofía de Madrid no es menos interesante.
Breve historia del museo
La estructura original que data del siglo XVI, albergaba un hospital que centralizó bajo una misma sede numerosos centros hospitalarios. Un siglo después se continúa ampliando el edificio gracias al impulso de Carlos III bajo la tutela del arquitecto Francisco Sabatini, sin embargo tras la muerte del monarca se paraliza la obra y esta no llega a construirse como estaba planeado, lo que explica la falta de ornamentación y la sencillez de su fachada.
Tras siglos funcionando como hospital se clausura en 1965 y a pesar de estar a punto de ser demolido en varias ocasiones, logra sobrevivir contra todo pronóstico, y es en la década de 1980 cuando se comienza a restaurar y es renombrado como Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
La ampliación de Jean Nouvel
La interesante ampliación que sufrió entre 2001 y 2005, respondía a la necesidad de tener más espacio para exposiciones y con la intención de transformar el espacio urbano en un eje importantísimo de Madrid, muy próximo al Museo del Prado, al Thyssen-Bornemisza y a la Estación de Atocha.
Más que un nuevo edificio, la nueva sede proyectada por el francés Jean Nouvel, se abraza a uno de los lados del antiguo edificio Sabatini y ocupa una buena parte restante de la manzana triangular, forma que adapta la enorme cubierta roja que caracteriza al edificio Nouvel. Aunque no lo parece, ambos edificios se comunican entre si de forma muy discreta.
Nouvel respeta el antiguo edificio y lo reinterpreta, creando una nueva entrada al Museo, la cual se abre en forma de plaza urbana semi privada, respondiendo a la plaza central existente del antiguo hospital, y desde donde se puede intuir que ambos edificios se llevan de maravilla.
El edificio Nouvel en ningún momento pretende robar protagonismo a Sabatini, más bien da la impresión que intenta protegerlo en la forma como su fachada se aproxima pero sin llegar a tocarlo y de como la gran cubierta de Nouvel a ratos lo cubre.
La ampliación dio pie a que este Museo se terminara de convertir en uno de los centros de arte más prestigiosos del mundo, cuyas visitas no paran de crecer. Esto se debe también a su importante colección de arte español del siglo XX, donde artistas destacados como Dalí, Picasso y Miró están bien representados, al igual que artistas de otras vertientes como por ejemplo Rivera, Gris, Calder, Braque, Léger, Bacon o Tàpies.
Una tarde, incluso un día entero no son suficientes para poder ver el museo en su totalidad. De cualquier forma esa nunca es mi intención cuando visito uno, ya el sólo hecho de poder ver el Guernica de Picasso en persona y haberme quedado boquiabierto por unos 10 minutos mientras intentaba fisgonear al guía que explicaba el cuadro a un grupo de turistas ya valió la pena el pagar la entrada.
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Si visitas el Reina Sofía, no olvides comentar si te gustó o no. 😉
He estado dos veces en el Reina Sofía, una en 1999 antes de la intervención de Jean Nouvel y otra en 2009 o 2011 que ya estaba la nueva parte. Y la verdad soy más del Prado que del Reina Sofía pero también es un gran museo. La entrada no es muy cara pero hay muchas opciones para conseguir la visita gratuita, lunes a viernes de 19 a 21 sábados a partir de las 14:30 y domingos todo el día. Excusa para no visitarlo no hay.
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No me lo puedo imaginar sin la ampliación de Jean Nouvel, y sería difícil hacer una comparación con el Prado, porque igual manejan períodos históricos distintos, además que es un monstruo. A mi personalmente me gusta más el Reina Sofía 🙂
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