Poblado originalmente por judíos y sirios que trabajaban en el Puerto del Tíber, Trastevere, como su nombre lo indica, es el barrio que se halla detrás o más allá del Tíber. Un barrio con mucha tradición pagana, a pesar de encontrarse a lo largo de la misma ribera del Vaticano, y cuyos dominios estuvieron directamente al mando del Papa. A primera vista no se llega a intuir su esencia, visitar Trastevere requiere tomarse todo el tiempo del mundo y asumirlo como si se tratase de una comida de cinco platos , vino y postre.
Un rincón favorito de Roma
Se dice que a Trastevere no se llega por casualidad, pero en mi caso si lo fue. Después de una visita a la Basílica de San Pedro, me dirigía sin rumbo bordeando el río en un solitario día de invierno, y antes de darme cuenta ya me encontraba vagando por sus calles. Es muy grato descubrir un sitio por casualidad y bautizarlo como tu espacio favorito dentro de un viaje. Y es que Trastevere con sus calles adoquinadas y sus paredes desconchadas y a medio pintar, se convirtió en mi rincón favorito de Roma.
Se dice que en Trastevere, los mismos romanos se sienten turistas. No sé que tan cierta sea esta frase, ya el turismo ha llegado al barrio y se nota sobre todo en los restaurantes y sus menús en inglés, alemán y castellano, pero nunca al nivel de sitios como la Piazza Spagna o la Fontana di Trevi. Lo que si es cierto es que después de recorrer el otro lado de Roma, se respira una atmósfera completamente distinta. Luego están los que afirman que los habitantes de Trastevere son los verdaderos romanos.
Trastevere, una decadencia justificada
Las fachadas y calles medievales han sufrido pocos cambios a lo largo de los siglos, convirtiendo a Trastevere en un testigo vivo de otras épocas, cuyo desgaste se siente a cada paso. Mi obsesión por imaginarme cada edificio restaurado y bien pintado me causó cierto rechazo al principio y si hay una palabra que me vino a la mente para describirlo es añejo. Pero un lento caminar por sus calles y descubrir sus tiendas, galerías, las trattorias y sus plazas llenas de vespas me hizo entender que cada cosa estaba donde debía estar.
¿Un lugar especial? La Piazza de Santa Maria en Trastevere, donde se encuentra la basílica del mismo nombre. Un tranquilo rincón para sentarse al atardecer y como ver la tenue iluminación poco a poco comienza a adueñarse de la plaza, agregándole un toque mágico adicional. Trastevere tiene el carácter suficiente para haber sido escogido por Woody Allen como uno de los escenarios de su película “To Rome with love”.
Un imprescindible en Roma. Me encantó pasear por sus calles. Por cierto, restaurantes a muy buen precio!!
Lo de los restaurantes es cierto, comida muy buena y a muy buen precio, únicamente hay que tener cuidado con la bebida, un día me cobraron 6€ por una cerveza 😮